31 de octubre de 2024
Inmigración
“La Biblia instruye a la gente de Dios a mostrar compasión y amor por el extranjero e inmigrante. Las escrituras basan este mandamiento en el hecho de que los israelitas eran en sí mismos extranjeros en Egipto y experimentaban un duro maltrato a manos de sus amos. (Deuteronomio 10:19), a través de la Biblia, Dios expresa preocupación por el inmigrante. Abraham “vivió como extranjero en la tierra prometida” (Hebreos 11:9), y de niño Jesús vivió como foráneo en Egipto, cuando sus padres huyeron de la persecución de Herodes”
—Matthew 2:14“Las escrituras combinan la obligación de cuidar al extranjero, con la responsabilidad coralaria del inmigrante de obedecer la ley y respetar las costumbres de la nación donde reside. En el Antiguo Testamento, la misma ley aplicaba “al nativo como al extraño que reside entre ustedes” (Éxodo 12:49). Aquellos inmigrantes que obedecieron la ley debían compartir la herencia de Israel como si hubieran nacido en el país”.
–Ezekiel 48:22
La forma en que estos principios bíblicos se aplican a una reforma inmigratoria, es asunto de juicio prudente a la hora de elaborar políticas públicas sólidas. Nuestro Sistema inmigratorio actual no funciona. Los inmigrantes ilegales han cruzado la frontera porosa, muchos huyendo de la pobreza, regímenes autoritarios, carteles de las drogas y la violencia criminal.
El sistema presente de visas es inadecuado para nuestra economía. Dejar inmigrantes ilegales en las sombras, hace que sean explotados por aquellos que quebrantan la ley y no pagan impuestos sobre la nómina. Todo esto socava el estado de derecho, provoca cinismo y destruye la confianza entre el gobierno y los estadounidenses.
Creemos en que la comunidad de fe tiene mucho que aportar a esta discusión. La reforma inmigratoria no es solo un asunto económico sino de seguridad nacional; es una cuestión moral que se puede mejorar aplicando los principios de la tradición Judeo-Cristiana. Para este fin, ofrecemos los siguientes principios que deberían guiar una reforma inmigratoria:
- La inmigración debe fortalecer, no minar la familia. Una familia intacta y amorosa es el departamento de salud, educación y bienestar social más exitoso jamás concebido. Así como nuestros ancestros vinieron a los Estados Unidos buscando una vida mejor para sus hijos y nietos, también lo hacen los inmigrantes de hoy. Los valores familiares no se terminan en la orilla del Río Grande. La prioridad para entregar la tarjeta de residencia debería ser a los cónyuges e hijos de aquellos residentes legales que hayan cumplido con la ley y se hayan acogido a las reglas. Se estima que hay un millón de cónyuges e hijos de residentes legales esperando sus residencias. Bajo la ley actual, puede tomar entre 3 y 10 años antes que estos familiares puedan reunirse con sus seres queridos. Creemos que un estadounidense recién llegado que se reunifica con su esposo o esposa e hijos, será un mejor empleado, miembro de la comunidad y futuro ciudadano.
- Respeto al estado de derecho. Violar las leyes de un país no debería ser el primer acto que se cometa en el camino para convertirse en estadounidense. Por esta razón, aquellos que entren ilegalmente a los Estados Unidos, deben pagar una multa considerable, pagar impuestos, someterse a una verificación de antecedentes penales, aprender inglés y esperar durante un período de prueba prolongado antes de que puedan solicitar la residencia. En el caso de haber cometido un delito violento o grave, deberían ser deportados. Aquellos que entraron al país ilegalmente (a diferencia de aquellos que obtuvieron una visa de estudiante o de trabajo y se quedaron después de su vencimiento) no se les debe garantizar un camino a la ciudadanía. Actualmente hay 38 millones de personas en los Estados Unidos nacidas en el extranjero. Más de dos tercios de ellos entraron legalmente y obedecieron las reglas. De los 11 millones de personas que están aquí ilegalmente, un estimado de 40% vino por vías legales y se quedó sin visa. El número de extranjeros que ingresaron ilegalmente al país es pequeño en relación con nuestra población. Si la legislación de Simpson-Mazolli de 1986 puede servir de guía, la mayoría de estas personas no aplicará a las visas de residencia para no inmigrantes.
- Reformar el sistema de visas para satisfacer las necesidades de la economía estadounidense. La contratación de trabajadores extranjeros para llenar las vacantes nacionales es tan antigua como la propia civilización humana. Cuando Salomón construyó el templo en la antigua Jerusalén, reclutó trabajadores del Líbano y otros lugares para realizar la mayor parte del trabajo. Hubiera sido imposible finalizar el templo sin los artesanos y albañiles altamente calificados provenientes de otros países. (1 Reyes 5:6). La misma realidad se vive hoy en día en los Estados Unidos, especialmente en lo que respecta a científicos, ingenieros y diseñadores de software que necesita nuestro sector tecnológico. Muchas compañías de los Estados Unidos deben ubicar sus instalaciones en China o India debido a la escasez de estadounidenses con carreras o títulos universitarios avanzados en estos campos. El sistema inmigratorio actual está basado en cuotas de los países en vez de las habilidades o educación de las personas. Este modelo, promulgado por Lyndon Johnson hace casi medio siglo, es anticuado e inadecuado para la economía actual. Hacemos un llamado para la expansión de las visas H-1B para que ingenieros extranjeros puedan ayudar a nuestros sectores de tecnología y manufactura. Necesitamos trabajadores temporales para la agricultura y otros sectores. Deberíamos fijar la tarjeta de residencia a cada diploma Universitario o de postgrado, para retener los cerebros más brillantes mientras competimos con el resto del mundo en una economía cada vez más globalizada. Deberíamos también crear un programa de visas para aquellos inmigrantes que han empezado un negocio y están empleando a otros. Uno de esos inmigrantes bien podría ser el que inicie el próximo Facebook o Google en su propio garaje.
- Asegurar la frontera y aplicar estrictamente la ley. – La seguridad fronteriza ha mejorado en los últimos años y las detenciones han caído a un 50 por ciento, a un poco más de 300,000. El número de guardias fronterizos se ha duplicado desde 2004 a 22,000 agentes. Sin embargo, se debe hacer más. Debemos controlar nuestra frontera por medio de medidas que “activen el cumplimiento de la ley” como elemento disuasivo para que cualquier persona en el país que pueda solicitar ilegalmente una tarjeta de residencia. Estos desencadenantes o activadores que ayudan a aplicar la ley deben incluir la asignación de fondos para culminar el muro, además de otras medidas de seguridad a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México que ya han sido autorizadas por el Congreso, el incremento de agentes fronterizos y al menos un decrecimiento de un 50 por ciento en las capturas en este espacio limítrofe. Además, el sistema de visas debe modernizarse para permitir el monitoreo de las entradas y salidas de los portadores de visa hacia y desde los EE.UU. También apoyamos el sistema de verificación electrónica (e-verify) que permite a los empleadores realizar un chequeo histórico de los prospectos de empleados, así como multas y sanciones adecuadas para aquellos que contratan inmigrantes indocumentados.